Han pasado cuatro días y aún dura la resaca del miércoles. Una resaca emocional que impregna el alma y la mente sin necesidad de haber bebido. Mientras escribía este texto, con caligrafía temblorosa, de vuelta a casa en el autobús pensaba si sería sólo cosa mía. Pero en estos días he comprobado que no. Mails e impresiones parecidas a la mía en los blogs de Guille y Conde-Duque así lo atestiguan. Con Aroa se me quedan cortas todas las palabras de agradecimiento que pueda escribir.
Bea, Javier, Kika, estuvisteis también el miércoles. Y están vuestros textos. Imagino a Bea con su risa y un rizo rebelde sobre la frente, leyendo el texto en el que convierte a Javier en un personaje, intentando meterse en su cabeza, con su voz suave, siempre a punto de quebrarse pero que nunca se rompe, porque Bea es fortaleza pura. Y estuvo Javier, imaginando a Vega en Nueva York, forzando su voz grave y tan particular para pronunciar todas las “eses” y todas las palabras correctamente dejando a un lado el acento cordobés que sale a la mínima, en cuanto se relaja, para volver a ser nervio puro. Y estuvo Kika con su melena rubia y las campanillas en su voz, su voz que es risa, en una de sus múltiples personalidades, recordando que Nan fue una vez un niño vestido de marinero.
Y estuvo Lara, a la que nunca he visto en la cueva pero que está siempre y esta vez además hecha texto y palabra más que nunca.
Bea, Javier, Kika, estuvisteis también el miércoles. Y están vuestros textos. Imagino a Bea con su risa y un rizo rebelde sobre la frente, leyendo el texto en el que convierte a Javier en un personaje, intentando meterse en su cabeza, con su voz suave, siempre a punto de quebrarse pero que nunca se rompe, porque Bea es fortaleza pura. Y estuvo Javier, imaginando a Vega en Nueva York, forzando su voz grave y tan particular para pronunciar todas las “eses” y todas las palabras correctamente dejando a un lado el acento cordobés que sale a la mínima, en cuanto se relaja, para volver a ser nervio puro. Y estuvo Kika con su melena rubia y las campanillas en su voz, su voz que es risa, en una de sus múltiples personalidades, recordando que Nan fue una vez un niño vestido de marinero.
Y estuvo Lara, a la que nunca he visto en la cueva pero que está siempre y esta vez además hecha texto y palabra más que nunca.
Y estuvo Fran, que asistió a una sesión mágica sin saberlo y al que se espera con algún texto.
Y faltan Carmen ( la legendaria Carmen Moreno) y Reb, con las que tampoco he coincidido en la cueva pero sí en otros lugares y que también son parte de la tripulación del Bremen, ese barco que ya es historia para todos nosotros, un pedacito de nuestra historia.
Todos ellos están ahí, en la columna de derecha, con sus blogs, bajo el epígrafe “Letras en la cueva”. Y también David y sus detallazos y su corazón gigante y lleno de sensibilidad tras sus ironías, Píter (¿eres agente doble o no?, me he quedado con la duda), María vestida a rayas con su sonrisa y su buen humor, aunque a veces escriba triste, Sofía y sus textos sorprendentes, Virginia poética aunque escriba en prosa, Mariona con su voz inconfundible, Pedro (que no tiene blog, pero debería porque escribe verdaderos guiones en forma de relato) y Nán, que dirige la tripulación con su barba marinera . Por si alguien desea conocerlos, porque merecen la pena.
Aquí va, este texto, para vosotros que lo hicisteis posible:
Miércoles 21-05-08
Hoy vuelvo a casa con una emoción profunda e imprecisa pero reconocible como el autobús que no llega, como la luna llena que alumbra esta noche que no es fría pero que tampoco anuncia la calidez de los veranos. Siento esa emoción en mis pensamientos y en mis piernas, que no pueden evitar un temblor al recordar las voces de esta tarde. Una emoción que no es la montaña rusa de la adolescencia, ni el torbellino arrollador de las pasiones inevitables. Es una emoción serena que lo impregna todo. Es la emoción de las palabras de despedida (esperemos que sólo un hasta luego) de Ernesto, de su voz quebrada por la expresión de tantos sentimientos. Es la emoción de ver llorar a Aroa y temblar por dentro. Es la emoción de verme yo también retratada en sus palabras. Es la emoción de ver tres libros encuadernados y el orgullo de pertenecer a esta tripulación. Es la emoción de saberse junto a quienes aún tienen sueños y los defienden cada quince días en forma de historias. Es la emoción de reconocer el esfuerzo de todos, tornado en placer. El esfuerzo de imaginar, investigar, crear, escribir una, dos, tres y hasta siete páginas, y el esfuerzo de leerlas, compartirlas, exponerlas y exponerse a ser juzgado; exhibir impúdicamente un trozo de alma cada dos semanas en una cueva clandestina que es barco y es leyenda y tiene un esqueleto que guarda en su memoria de fantasma todas y cada una de las palabras vertidas en cada sesión.
Hoy vuelvo a casa con esta emoción que escribo para no perderla, para hacerla perdurar. Convertida en literatura, esta sensación es ya eterna.
Pd.- Mientras transcribo esto suena Pablo Ager que, de alguna manera, también forma parte de esto. Escucho Si te veo caer y es la banda sonora perfecta para este post y para lo que significa el Bremen.
El invierno ya lo has dejado atrás
y ya va siendo hora de despertar
de reír, de respirar (...)
Y no hay más gente en tu mundo
sólo la que tú quieras ver
y nunca cierres los ojos
y nunca escondas las manos
para agarrarte si te veo caer...
20 comentarios:
Pues sí... todo eso.
El barco sigue.
Marina:
Suerte tienes de caerme bien (y ojo, que ya me caías bien antes del miércoles, donde te ganaste mi corazoncito -y una patada en la espinilla que olvidé darte pero que recordaré pagarte por hacerme llorar a la Muchacha, hay que ver-, conste). Eso te va a librar de la mirada de ceño fruncido y el gruñido habitual reservado para todos aquellos que hacen listas de gente que me caen cerca y, y, y no me incluyen en ellas, snif.
Ah, mi vanidad, pobrecita, lloriquea.
Y en serio, muchas felicidades, por haber escrito lo que escribiste. No se me ocurre otra cosa que decir, pensándolo ahora, sólo eso. Que muchas felicidades, sí.
Sigue, sigue, Conde-Duque. Esperamos tu vuelta, cuando cruces el Rubicón. Sé feliz y aprovechalo.
Jaja, David,que tu vanidad no lloriquee. Ahora ya no falta nadie, ni el cantautor ;P
En fin... yo no tengo más que una foto de marinero y una risa de campanillas... pero ya sabes que tú y yo tenemos la sonrisa cómplice y libre de "traumas" (¿dónde habré oído yo esa palabra antes? ja ja ja)...
... gracias por el texto, y gracias por el texto sobre Aroa, que era precioso...
... besos, magia... y ya te contaré. De momento, cuídate ese resfriado...
K
ohhh qué pena habérmelo perdido...
encima no he visto los librejos encuadernados fashion ni nada...
nos vemos, sin falta, en el próximo, que aunque no sea tan emocionante seguro que será divertido!
Muchos besos a todos los compañeros de travesía en el Bremen y gracias a ti por esta carta!
La verda es que fue emocionante, un momento único sin duda :)
Cuanto bueno, Marina, qué bien. Nunca cierres los ojos, nunca calles tu boca, para que no te veamos caer ya nunca.
y lo que nos queda Marina, y lo que nos queda...que el barco acaba de zarpar...
un abrazo...
oooh, jiji risita nerviosa contención... respiro
respiro
joeee van a pensar que somos unos ñoños, pero es que.. tela
por la mirada múltiple, por los ojos abiertos y el encuentro
Vaya envidia.
Creo que, al fin, he encontrado un único motivo que me haría alegrarme de vivir en Madrid. No me perdía yo una de esas ni con una viga atravesándome el cerebro, en plan Cyrano pero peor.
Mil besos, ETDN. Tenemos que hablar del Yodo. Sí, así, como suena.
Espléndio, Marina. De vez en cuando es estupendo reconocerse en la amistad. (Sin abusar claro).
Hay algo estupendo ahí. Un monstruo que crece hermosamente.
Solo un pero: soy un secretario-amanuense (un Bartleby dispuesto a apuntar), pero no dirijo ná-de-ná.
¡Que siga la fiesta muuuuuucho tiempo!
Besos a todos
Mis felicidades por esas reuniones. Yo también siento una punzadita de envidia como don Micro al veros tan felices y reuniéndoos todos en esa Cueva del Bremen. Leyéndoos los unos a los otros. Compartiendo. Mejorando.
(Por cierto, ¿lo del Bremen es un bar?)
Ojalá ese barco viaje viento en popa por muchos años.
Un abrazo
Y felicidades también por el año de vida. Lo mejor: haber descubierto, como María, como Nán, como todos, que este espacio es más una área de descanso que una tierra de nadie. ;-)
UN área, había escrito zona, cachis
Hola Mega: es un sótano abovedado de un bar de copas llamado La Buena, pero el relato de un día había que basarlo en un par de líneas en las que aparecía el barco Bremen.
Como dice Flavia: "De ahí".
Lo propuese yo... porque hasta lo veo desde el balcón de mi casa. De ahí.
Llámese el Bremen, la cueva, La Buena, el taller... llámese un montón de gente distinta que se ha cruzado mucho más que palabras en ese sótano en estado de gracia, creo yo... el invierno que está a punto de acabar se me queda en el último peldaño de la escalera que baja a ese conchón de historias y personajes, pero sobre todo de personas. Se llamen como se llamen.
Mira que sois suertudos...
;-P
ufff, esto sigue (la resaca, el resfriado que me ha tenido el fin de semana del sofá a la cama con la mantita a cuestas, como aquel personaje de Snoopy): gracias a todos, os merecíais este homenaje, y plagio a Nán, un regalo cuando ya no lo esperaba. Seguimos la travesía. Y se admiten tripulantes:
Macromucho (no es una errata, no), Mega no estar en Madrid no es excusa, enviad vuestro correo electrónico con los relatos y podréis formar parte del Bremen y de la avalancha de mails sin sentido que saturan el correo electrónico cada semana. Gemma, reitero lo dicho por María-vstida-a-rayas en algún otro sitio: pilla un AVE que te esperamos en Madrid con los brazos abiertos.
seguimos leyéndononos
Siempre estuve peleado con las letras, los acordes y los pinceles, únicamente las manos me dan alguna alegría. No es culpa mía, es que me criaron entre cartabones, rotrings, fórmulas y ecuaciones... que nunca me sirvieron para nada, salvo para conocer mis limitaciones.
Ese taller es mágico, lo sigo desde el hogar de Kika y me da mucha alegría que seáis capaces de crear y escribir, mejor que planificar, programar, construir, ajustar, protocolizar, homogeneizar, cuadrar, instruir, normalizar, adecuar, acreditar, certificar, reglar, legislar, redactar, televisar, criticar, juzgar y ajusticiar, y si me permites hasta comentar.
Te leo tarde, Ignacio
Mola tanto lo de la cueva del Bremen... Suena tan bien...
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