La vida consiste en equivocarse, cada uno a su manera. -Manuel Vicent-

Es preciso tener un caos dentro de sí para dar a luz una estrella fugaz.-Nietzsche-

La vida es una mezcla de aquello que deseamos hacer con ella y aquello que somos capaces de hacer con lo que ella nos trae.-Sergi Bellver-

viernes, 17 de noviembre de 2017

DIECIOCHO

Y si quieren saber de mi pasado
es preciso decir otra mentira:
les diré que llegué de un mundo raro,
que no sé del dolor,
que triunfé en el amor
y que nunca he llorado.



Y van dieciocho, y yo sigo sintiéndome tan pequeña como entonces, igual de perdida, sin alcanzar la mayoría de edad en tantas cosas, por más años que pasen desde aquel último noviembre de los años 90. Creemos que sabemos, que aprendemos, que maduramos, pero todo es mentira. Sólo sobrevivimos, mentimos, nos engañamos. Y seguimos fracasando, llorando, sufriendo. Volviendo a las canciones tristes que nunca pasan de moda, que ahora como entonces siguen siendo espejo, desahogo, consuelo, placer culpable (como si hubiese alguno que, en el fondo, no lo sea).

Dieciocho años después vuelve a ser tiempo de adioses, de cambios de planes, de no conseguir zafarse de esa amiga mala suerte que se empeña en perseguirnos mientras la buena fortuna nos es esquiva, de vagar por la acera equivocada porque ninguna es buena en la calle del olvido.

Once meses de despedidas sucesivas. Algunas aún no puedo nombrarlas. De otras a mi pesar supe, y no sé si esas verdades fueron carga o liberación: no era mi nombre el que inventaban los hombres con quienes yo soñaba o a quienes deseaba tener a mi lado.

Volví a ver a A., la nostalgia y la tristeza volvieron a coincidir y después vino la nada. Sus recuerdos eran muy distintos de los míos, y es el presente con su dosis de realidad el que al final se impone. Su sombra y la mía cada una en una acera. Las cosas de la vida.

Ya no creo en películas rosadas, pero hasta esa clase de no amor me ha fallado. Los que quiero querer acaban eligiendo a otra que no soy yo. Se me olvida una y otra vez que nunca me elegirán, que quizá nunca me quisieron. Que mientras yo escribo sobre ellos probablemente ya me hayan olvidado. Que no habrá ocasión de gritarles un "déjame" porque no tienen ningún interés en volver. No, decididamente la vida no es como en las canciones. Y, en ocasiones, resulta aún más triste que las canciones tristes.

Sé que ir de loser no es sexy, muchos amigos me abroncan por ello, pero me da igual. Una tiene que asumir lo que es. Encajar los golpes de la vida. Cada uno lo hace a su manera, como sabe o puede. Esta es la mía: la literatura, las canciones, los amigos, sin distinguir si son reales o imaginarios. Para confortarnos cuentan tanto las personas que tenemos a nuestro lado todos los días como los personajes de ficción o aquellos a quienes no llegamos a conocer en persona pero cuyo arte nos salva, nos describe, nos emociona y nos hace sentir vivos.

Gracias, Enrique, por tus canciones. Que me siguen acompañando. Que nunca fallan. Que son mi vida.





Pd.- Esta canción la escuché por primera vez en la voz de Enrique Urquijo, en la versión de su disco con Los Problemas. Después he escuchado muchas otras, incluida la de Chavela Vargas. Pero esta sigue siendo mi favorita. Esa emoción del descubrimiento, en la voz de Enrique, permanece. 


lunes, 31 de julio de 2017

DÍAS FELICES DE JULIO



Y en julio siguió la fiesta, el verano en vena, las noches en amistad, las terrazas compartidas, luz de luna y lumbre. La celebración de un cumpleaños que en realidad fueron dos. La alegría en el aire, la risa cómplice, los planes improvisados, la locura, los bailes torpes, los desequilibrios y los descalabros, el pandillismo adolescente pero mucho mejor, el teléfono ardiendo de whatsapps, de convocatorias en diferentes combinaciones de elementos. La novedad electrizante de estar en conexión. Las canciones en los bares, en los salones, en el coche, en los taxis, las ganas de cantar, de danzar descalzos, los momentos mágicos. Amigos para siempre means you´ll always be my friend. Querer. Quererse. Querer quererse. Querer estar. Pertenecer. Permanecer. Hablar. Escuchar. Sonreír. Sonreírse. Mirar. Mirarse. Tener sueño. Tener sueños. Soñar. Soñarse.


Comida de chicas alrededor de un arroz. Vino blanco y gintonics. Tarde de viernes y calor, por fuera y por dentro. La piel ardiendo y el corazón colmado de afectos, latente, latiendo. El futuro en los posos del café: toda encrucijada es un camino que se abre y otro que se deja atrás. La imposibilidad de saber cómo acertar. En qué. Con quién. Ensayo y error. Equivocarse es otra forma de aprender y es imposible saber dónde conducirá un sendero que no se conoce hasta que no se explora. Conviene andar el camino sin volver la cabeza y sin agacharla demasiado. Tirar  hacia adelante con la vista puesta en el horizonte, aunque nos espere un precipicio. Y disfrutar del paisaje, mientras se pueda.


Volver al ático que me salvó el invierno, a esa terraza abierta al cielo del sábado, a las palabras, al teatro, la imaginación volando y la cabeza también. Bebérselo todo: los licores y la vida. No recordar los pasos hacia el Toni 2 pero acabar allí, sin pasado y sin nostalgia de la última vez, brindando con extraños hasta el amanecer. Regresar a casa de día como entonces: 1998, 2004, 2010, esa mágica secuencia de veranos felices en Madrid.


Llenar la maleta roja otra vez, un taxi de madrugada (como Amsterdam, como Praga), amanecer de aeropuerto, un avión rumbo al norte. Ventanilla y todas las sensaciones del mundo dentro: emociones que tapan otras, o que las sustituyen. La extrañeza de viajar sin J. Frases susurradas al oído, como cantos de sirena ahuecando mi cabeza. Huidas a otros abismos, que nos alejen de lo que nos mató, dejar atrás el corazón a la vez cadáver y lugar del crimen, fingir que los asesinos nunca existieron.


Días felices de Malmö y Copenhague. Vacaciones, buen rollo, planes apetecibles, acuerdos fáciles. Espíritu hygge. Desayunos largos, conversaciones reconfortantes. Música, mar, belleza, colores. Pasear las ciudades, demorarse en los museos, preferir las tiendas a los parques de atracciones, atisbar las casas expuestas a las miradas ajenas. Fotos y más fotos. Gifs en bucle. Los anocheceres de medianoche, la fascinación por esa línea de luz bajo las nubes que nunca se apaga. Los lugares abiertos, los paisajes infinitos. Solos en un barco de piedras, frente al Báltico, saltando de alegría. Ese momento de respirar la vida, hasta el fondo.


Acaba julio pletórico de momentos a cámara lenta con música y letra de fondo.


Toca parar. Descansar. Dejar reposar las vivencias. Recolocar sentimientos. Tomar distancia y ver qué ocurre. Comprobar lo que permanece y distinguir lo que sólo era espejismo.


Y después curso nuevo. Siempre se acaba volviendo al colegio en septiembre. Con todo por estrenar. 




viernes, 30 de junio de 2017

JUNIO: LUZ DE VERANO INVENCIBLE


En lo más profundo del invierno finalmente aprendí 
que en mi interior habitaba un verano invencible. 
-A. Camus-

Hay una grieta en todo; sólo así entra la luz.
-Leonard Cohen-



Y, por fin, la luz de junio entre las grietas de 2017. Después del más oscuro de los inviernos, después del abril más cruel y doloroso, después del turbulento y desquiciado mayo, por fin el verano, ese estado de la mente y del ánimo que nos hace invencibles. Las comidas de domingo prolongadas hasta la madrugada, las risas con los amigos, encuentros y reencuentros, descubrimientos y redescubrimientos, sorpresas, ilusiones, taquicardia adolescente - otra vez, quién lo diría -, la vuelta al cole 25 años después - nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos, por fortuna - y comprobar que todo, tarde o temprano, deja de doler; los proyectos de viaje para las vacaciones; la feria del libro con sus firmas, sus fiestas, sus groupismos, sus tormentas y sus calores, las presentaciones de libros, Jabois y Ray, y ese fin de feria bailando, bailando, en el Florida Park; cervezas, tintos de verano y gintonics en terrazas a pie de asfalto bajo la unánime noche madrileña; La SalaManca como segundo hogar, como punto de encuentro donde siempre se es bien recibido; mi propia terraza abierta como nunca a las charlas, a la música, a las canciones, a los atardeceres incendiados, a las madrugadas bajo las estrellas, a la complicidad, a las risas, al dejarse ser en amistad.

Por San Juan quemé unos cuantos nombres destinados a ser ya sólo cenizas del pasado. Incluí uno con el que tal vez me equivoque. Hubo otro que se resistía a arder, que no se borró del todo. Hay incertidumbres que sólo resuelve el tiempo.

Gracias, junio, te has portado bien. Trajiste un verano adelantado dentro y te vas inestable, con aire primaveral, tras haber cambiado el rumbo de un año que creí maldito para siempre.

Nunca imaginé que este verano fuera a ser uno de esos veranos que se repiten cada seis años, veranos inesperados y locos que lo vuelven todo del revés, veranos inolvidables y especiales, veranos para el recuerdo: 1998, 2004, 2010. Esta vez han pasado siete años: los que ha durado mi última vida. Número mágico. Y el tiempo que, según dicen, tarda un cuerpo en regenerarse por completo.


Ojalá sea presagio de buena fortuna. Ojalá que la felicidad vuelva a surgir de las grietas. Ojalá que esta luz de verano y vida se prolongue más allá de septiembre. 


domingo, 30 de abril de 2017

ABRIL: EN LUGAR SEGURO (Wallace Stegner)


El orden es, efectivamente, un sueño del hombre, pero el caos, que no es más que otra palabra para referirse a la suerte ciega, tonta y estúpida, sigue siendo la ley de la naturaleza.

Puedes hacer todos los planes que quieras. Puedes estar tumbado en la cama por las mañanas y llenar cuadernos enteros de proyectos e intenciones. Pero en una sola tarde, en cuestión de horas o minutos, todo lo que planeas y todo lo que has luchado por hacer de ti mismo puede quedar tan deshecho como una babosa a la que cubres de sal. Y hasta en el preciso momento en que te estás disolviendo y convirtiendo en espuma, puede que sigas creyendo que las cosas te van bien.

***

Los malvados y los infelices siempre han robado el protagonismo del espectáculo, porque el pecado y el sufrimiento han sido las experiencias humanas más universales. En rigor, el héroe del Paraíso perdido era Cristo; pero en realidad lo era Satán. La grandeza caída siempre fue más instructiva que la perfección desvaída.


***


- Tienes una idea equivocada de lo que hacen los escritores. No entienden nada mejor que la otra gente. Sólo se inventan tramas que sepan resolver. Hacen las preguntas que saben contestar. Lo que ves en los libros no son personas, son artificios. Novelas o biografías, no hay diferencia. Yo no puedo reproducir a Charity y Sid Lang, ni mucho menos explicarlos; y si me los inventase estaría falsificando algo que no quiero falsificar. 

- Yo creía que la ficción era el arte de crear la verdad con materiales falsos.

- Desde luego. Pero esto sería hacer falsedades con materiales auténticos.

- Si tú no puedes hacerlo, ¿quién va a poder?

- Tal vez no pueda nadie

(...)

¿Cómo hacer un libro que cualquiera quiera leer a partir de unas vidas tan apacibles como estas? ¿Dónde están las cosas de que se incautan los novelistas y esperan los lectores? ¿Dónde está la vida de lujos y despilfarros ostentosos, la violencia, el sexo retorcido, los deseos de muerte? ¿Dónde están las infelicidades de barrio residencial, las promiscuidades, los divorcios convulsos, el alcohol, las drogas, los fines de semana perdidos? ¿Dónde los odios, las ambiciones políticas, la sed de poder? ¿Dónde la velocidad, el ruido, la fealdad, todo lo que nos hace quienes somos y nos hace reconocernos en la literatura?




sábado, 15 de abril de 2017

43


A veces no toca felicidad. Y no pasa nada por decirlo. Todas las emociones cuentan. También el dolor y la tristeza.

A veces la vida decide darte bofetadas. Sin esperarlo. Sin que sepas por qué. Sin que haya nada que puedas hacer.

Justo cuando pensaba que había alcanzado cierta madurez, cierto equilibrio, cierta estabilidad, cierta experiencia, cierto conocimiento (de lo que soy, de lo que quiero, de lo que necesito), la vida me pone del revés.

Y no entiendo nada.

Lo he malinterpretado TODO.

No sé qué lección debo aprender de esto.

La felicidad ajena a costa de la mía.

Hoy cumplo 43.

Y ya no sé qué soy. Quién soy.

Sólo sé que toca tristeza.


Y que cada vez entiendo menos.  


viernes, 31 de marzo de 2017

MARZO: PISCINAS VACÍAS (Laura Ferrero)


Not morning yet.
I just want to talk to you.
Why does love happen?
So then I grew old and died and wrote this.
Be carefuk, it´s worldsharp.
- Anne Carson -


"Acabé mis carreras, empecé la tesis, viajé. Vi lo peor y lo mejor. Acumulé experiencias, porque de niña me enseñaron que en la vida hay que hacer de todo. Me convertí en muchas personas distintas y viví en puntos opuestos del mundo. Tomé buenas decisiones, muy malas también. Incluso hay algunas que aún no he tomado. Entendí que la mayoría de nosotros acabaríamos convirtiéndonos en equilibristas que habitan las lindes de lo escarpado. El abismo estaba siempre ahí. No me malentiendas, no es una metáfora. Los años te hacen entender que hace falta muy poco para echarlo todo a perder.

Durante ese tiempo leí mucho. Comprendí algunas de las cosas de las que hablaban los libros. Las otras las busqué en personas que, a menudo, fueron las equivocadas. No te creas, Sofía que esto de acertar en la vida es fácil. Pero sobre todo me quedé con una cosa: cada vez hay más piedras en esa mochila que todos llevamos. Peso: esa es la palabra".

- Sofía -



"Esta es mi vida. No sé si lo cobarde sería irse o quedarse.

Me da la sensación de que te he buscado mucho tiempo en los nombres equivocados de las cosas".

- El Serengueti -



"Pero uno no escoge su propia memoria. Solo es verdadera la primera imagen del recuerdo, a partir de entonces cada vez que volvemos atrás es para deformar esa primera instantánea.
No podemos estar seguros de que nuestra visión del pasado sea verdadera. De lo que sí tenemos certeza es de que cada vez nos alejamos más de él.
Conocemos recordando, decía Platón, al revés de Borges, para quien el recuerdo consiste en irse alejando de la realidad.
Qué poco duraderas son esas imágenes de la memoria, y con qué facilidad las sometemos a esa mutación involuntaria que las hace apartarse de lo que era en un principio. Son fugaces."

- El rastro de los caracoles -




"Cuando se terminaron los días felices, cuando ya no hubo más cruces que marcar en el calendario, me dije que era mejor encerrar esos días a cal y canto en el cajón de las cosas que no sabemos dónde guardar. Mi abuela, que no soportaba los trastos, me repitió cientos de veces que cuando algo se rompía había que tirarlo. Y me hizo prometer que dejaría de esconder cosas.

Después de aquel enero falté a mi promesa de infancia. Pero estoy seguro de que mi abuela, que ya no está aquí, entenderá que no haya podido tirar esos días rotos.(...)

Mi apego a los escondites del salón, a los cajones, a los rincones, a los fondos de los armarios procede de esa extraña imposibilidad de desprenderme definitivamente de las cosas.

Vivir, supongo, es lo contrario de recordar."

- Cuídate -



"Siempre ocurre lo mismo: no vemos romperse las cosas, las vemos rotas. Tal vez si supiéramos que están a punto de romperse podríamos hacer algo para evitarlo. O por lo menos podríamos despedirnos de ellas.

Los peores ruidos son los que no se oyen. Los que hacen que las cosas desaparezcan sin que sepamos muy bien por qué."

- La tostadora -



"A veces, no decir las cosas es otra manera de constatarlas.
También somos lo que callamos."

-Agudo como el mundo-





martes, 28 de febrero de 2017

FEBRERO: JOAN DIDION

EL AÑO DEL PENSAMIENTO MÁGICO

Y cada intento es un nuevo principio
y un tipo diferente de fracaso.
Porque uno solo aprende a dominar las palabras
para decir lo que ya no necesita decir
o en una forma en que no está dispuesto a decirlo.

East Coker. Cuatro cuartetos. T.S. Eliot.
El dolor por la pérdida nos resulta un lugar desconocido hasta que llegamos a él. Anticipamos que alguien cercano a nosotros puede morir, pero no imaginamos más allá de los días o semanas inmediatamente posteriores a esa muerte imaginada. Incluso interpretamos erróneamente la naturaleza de esos pocos días y semanas.  Si la muerte es repentina, es posible que esperemos sentirnos conmocionados, pero no esperamos que la conmoción sea arrasadora, que trastorne a la vez el cuerpo y el espíritu. En la versión de dolor que imaginamos, la pauta a seguir es la 'recuperación'. Los peores días serán los primeros. (...) No podemos saber - y ahí reside la diferencia fundamental entre cómo imaginamos el dolor y cómo es en realidad ese dolor - la interminable ausencia que sigue al hecho en sí, el vacío, la absoluta falta de sentido, la inexorable sucesión de momentos en los que nos enfrentaremos a la experiencia del sinsentido.




NOCHES AZULES    

Las estrellas ya no hacen falta; apagadlas todas.
Guardad la luna y desmontad el sol,
vaciad el océano y barred los bosques;
porque ya nada puede servir para nada.
Blues funerarioW.H. Auden


El tiempo pasa.
Los recuerdos se borran, la memoria se adapta, la memoria se ajusta a lo que creemos recordar.

Recordatorios de lo que fue, de lo que se rompió, de lo que se perdió y de lo que se echó a perder.
Objetos para los que no existe una resolución satisfactoria.
Más fotografías descoloridas y agrietadas de las que quiero volver a ver en la vida.
Invitaciones a bodas de gente que ya no está casada.
Recordatorios de los funerales de gente cuya cara ya no recuerdo.
En teoría todos esos recuerdos sirven para evocar momentos pasados.
Pero la verdad es que solo sirven para dejar claro lo poco que aprecié aquellos momentos cuando los tuve delante. Y lo poco que aprecié los momentos cuando los tuve delante es otra cosa que ya no me puedo permitir ver.
  
"Te quedan tus maravillosos recuerdos", me decía la gente más tarde, como si los recuerdos trajeran consuelo. No lo traen. Los recuerdos son por definición del pasado, de lo que ya no está. Los recuerdos son las fotografías descoloridas y agrietadas, las invitaciones a bodas de gente que ya no está casada, las tarjetas impresas en serie de funerales de gente cuya cara ya no recuerdo. 

Los recuerdos son las cosas que ya no quieres recordar.

***

Cuando empecé a escribir estas páginas, yo creía que iban a tratar de los hijos, de los que tenemos y de los que desearíamos tener, de las formas en que dependemos del hecho de que nuestros hijos dependan de nosotros, de las formas en que los animamos a que sigan siendo niños, de las formas en que ellos nos resultan más desconocidos para nosotros que para sus conocidos casuales; de las formas en que nosotros somos igualmente opacos para ellos.

De las formas en que nuestras inversiones emocionales en los demás siguen estando demasiado viciadas como para poder ver a los demás con claridad.

De las formas en que ni nosotros ni ellos podemos soportar contemplar la muerte ni la enfermedad, ni siquiera el envejecimiento, del otro.

Pero a medida que las páginas avanzaban se me ocurrió que su tema real no era para nada los hijos, o por lo menos no los hijos en sí, por lo menos no los hijos en tanto que hijos: su tema real era esta negativa a abordar dicha consideración, la negativa a afrontar las certidumbres del envejecimiento, la enfermedad y la muerte.

Este miedo.

Solo a medida que las páginas avanzaban entendí que los dos temas eran el mismo.
   
***



"Es como cuando  muere alguien. A los muertos no hay que darles vueltas", me dijo una vez mi hija, a modo de explicación de su estrategia. 


martes, 31 de enero de 2017

ENERO: YA SÓLO HABLA DE AMOR (Ray Loriga)



YA SÓLO HABLA DE AMOR                        

  Ray Loriga


El sentimentalismo no se corrige volviéndose cínico, sino volviéndose serio
Cesare Pavese



La verdad se le escapaba. Se le escapaba por completo. Y no dejaba de asombrarle la capacidad que tenían algunas personas para sujetar la verdad por el cuello.

Su derrota, en suma, es tan arrogante como lo fue en su día su victoria, y él lo sabe, y al saberlo, qué duda cabe, se multiplica su condena.

Ya no ignoraba su delito, ni ignoraba el hecho de que su delito no era otro que el de no haber sido capaz de amar lo suficiente. Aquel que no es capaz de amar lo suficiente es siempre el único culpable.

Todo amor es sin lugar a dudas el asalto a un tesoro que no nos pertenece, y de lo que uno se lleva a escondidas, como un cazador furtivo, es mejor no dar cuentas a nadie.

Y una vez restados todos los besos y los martinis, y esas miradas eternas después traicionadas, y una vez llegados hasta aquí, una vez roto el corazón de las causas hermosas, no tendrá uno sino una eterna confrontación de cifras y medidas, y milímetros de felicidad robada que sin duda se han de pagar. Y cómo escapar, si todo lo que fue, en su día y sin dudarlo, hermoso, se destruyó después, negando así no sólo el futuro, sino también el pasado.

No es capaz de encontrar el momento exacto, pero lo cierto es que todo lo que dibujó con exquisito cuidado se emborronó de pronto (...) Convertido ya en el soldado de una ejército enemigo jura otra bandera, y al sonido de esa otra corneta, el pasado se convierte en un futuro en llamas. (...) Y si guarda todavía y tan cautelosamente sus rencores, es para poder morder, de cuando en cuando, a sus miedos. Lo cual ya no es ni excusa ni razón, ni sirve de nada.

La vida real se impone siempre sobre todas y cada una de las malvadas y hermosas ensoñaciones (...) Una cosa estaba clara, en su lucha contra la tiranía de la realidad (y eso incluía el amor real, el saldo real de todas las cuentas y el resto de las cosas que había despreciado sin comprenderlas), había sido derrotado.

Una persona que todo lo ve, y que escucha en silencio todos y cada uno de los rumores del mundo y que tiene finalmente la capacidad de no encontrar en sí mismo la respuesta a sus plegarias, está siempre cercada por todos los desastres. (...) La naturaleza de un alma incapaz es, sin lugar a dudas, más dañina que la fuerte sangre de un alma malvada, y está condenada a vivir entre el daño causado. (...) Para consolarse contaba sólo con su debilidad, que no estaba hecha de nada concreto, sino de años de esfuerzo impreciso.

Había aceptado la inercia de su declive. Ya no sólo no se oponía a su propia y paulatina desaparición, sino que la aceptaba con gusto. ¿Acaso se dedicaba a otra cosa? Pues no, lo cierto es que no se dedicaba ya a nada más. Aun a sabiendas de que toda esta arrogancia que le llevaba a consumirse era estúpida, él seguía a lo suyo, construyendo su derrota con paciencia infinita. Tonto era, de eso no cabe ya duda alguna, pero y qué. Tampoco tenía ya a quien dar explicaciones. Todo el terreno que había conseguido vallar y destruir en silencio, y a su alrededor, era suyo. Un  campo quemado hoja tras hoja, rama tras rama, brizna a brizna, por la mano de un solo hombre. Un incendio provocado por un idiota que aún guardaba la cerilla, un delito sin lugar para la suposición de inocencia.

Sebastián había pagado con creces su arrogancia, y estaba por así decirlo en tierra de nadie, y tras él no quedaba más que el insidioso olor de la tierra quemada, que es el mismo olor que emana el dolor no merecido, y delante de él no había nada.

De amor, él, no sabía nada. ¿Acaso no había negado las verdaderas pruebas de amor, las pruebas reales que el amor le había puesto por delante, cuando sintió, como sintió el día que abandonó su vida, que se merecía, él, con toda su inmaculada arrogancia, una vida mejor, un amor mejor, un cuidado más exquisito? Merecerlo o no poco importaba en realidad, pues no hay más amor que el construido, el sujetado y alentado entre el tráfico de las condiciones reales.

Nada de lo que encontrase en su regreso sería exactamente lo que dejó al irse, y la que fue su vida no debería ser molestada ahora por el recuerdo. Tampoco puede contemplarse a una mujer que ha sido nuestra como si no se la hubiese amado.

Envejecer debe de ser esto, vivir ya para siempre contra las construcciones del pasado.

Y sin embargo, estaba empezando a cansarse de estar sentado todo el día sin hacer nada, de mirar a las mujeres que podrían ser suyas bailar con otros, estaba cansado también de la fortaleza de sus renuncias, y de no tener nada que hacer, aparte de cuidar de una pena infinita como quien cuida de un cofre vacío.

¿Acaso no amé con la naturaleza que me fue dada, y puede que incluso por encima de mis posibilidades, tensando cada vez el arco de mis propios intereses?¿Acaso no desprecié siempre la tierra conquistada para adentrarme una y otra vez en el bosque de mi derrota?

Digámoslo ya, Sebastián carecía de una estrategia para la victoria.