La vida consiste en equivocarse, cada uno a su manera. -Manuel Vicent-

Es preciso tener un caos dentro de sí para dar a luz una estrella fugaz.-Nietzsche-

La vida es una mezcla de aquello que deseamos hacer con ella y aquello que somos capaces de hacer con lo que ella nos trae.-Sergi Bellver-

domingo, 28 de febrero de 2010

Las chicas de las canciones



Siempre me gustaron
las chicas de las canciones.
Camareras de bar
muchachas tristes
con demasiado pasado
y ningún futuro;
musas de barra
ángeles de carretera
novias buenas de chicos malos
o al revés.

Buenas chicas
chicas de ayer
chicas de colegio
reinas de un jardín de rosas
con veneno en la piel
chicas cocodrilo
mujer contra mujer
niñas que ya no quieren ser princesas
mujeres fatales que equivocaron su sitio

La vida
siempre es mejor en las canciones.


domingo, 21 de febrero de 2010

Sábados limpios


Sábado 20 de febrero de 2010

Me gusta salir de trabajar los sábados por la mañana, cuando el día es limpio, como hoy. Poco tráfico en la ciudad que se despereza, apenas gente en las calles. No hace mucho que ha amanecido y las hordas de adolescentes borrachos ya duermen la fiesta del viernes noche. Tan sólo se ve algún viajero que va o que regresa con su maleta a cuestas con deseos de partir o de descansar, los empleados de las cafeterías alzando el cierre, algunos porteros barriendo la entrada de los portales, un vecino paseando un perro.

El sol contra los edificios deslumbra con luz contagiosa. El cielo despejado es una promesa, o mil. De lo que puede deparar el día, la semana, el año, el futuro. La música acompaña en cada semáforo y la ciudad se hace cómplice de pensamientos extrañamente eufóricos. Nada importa, sólo este presente. Y llegar a casa: zumo de narnaja, cola-cao con mini croissants, un rato de lectura y a dormir. Cuando despierte, será sábado por la tarde. Y quizá quede aún un resto de luz.

Hoy sonaba esto:



martes, 16 de febrero de 2010

Juegos infantiles

Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
como todos los jóvenes
yo vine a llevarme la vida por delante

-J. Gil de Biedma-


Me hice mayor
entre las cuatro paredes
de un patio de colegio.

Coleccioné desencantos
deshollé mis rodillas
contra el suelo de cemento
pero me levanté
y seguí corriendo.

Nunca jugué a papás y mamás
decapité mil muñecas
que jamás me hablaron.

Descubrí la tentación
colgándome boca abajo
de los hierros de una canasta.
No sé si me divertía:
bastaba con que estuviera prohibido.

Aprendí bien temprano
que el Dios de las monjas no era el mío.
Redacté mi propia biblia
de libros y canciones:
ese fue mi único credo.

Demasiado pronto
terminaron las carreras
la goma
la comba
el rescate
el cinturón
el béisbol
el churro va
el balón prisionero
los partidos de baloncesto.

Nos hicimos mayores
y antes de darnos cuenta
los juegos empezaron a ir en serio.


sábado, 6 de febrero de 2010

Relato en "Afinidades Narrativas"

Existe un blog que se llama "Afinidades Narrativas", en el que autores de narrativa en castellano nombrados por otros son invitados a participar. Yo fui nombrada por María Zaragoza y así comienza el relato publicado:


LA ÚLTIMA NOCHE

De esta noche no pasa, piensa Lucía, pero sabe que le falta el valor. Mira por la ventana y el odio regresa junto al mismo paisaje aburrido de ropa tendida. Los tangas de colores de la estudiante de enfrente le recuerdan que hace no tanto ella también fue joven, que tuvo amantes y tal vez otros sueños. No estos de ahora, sueños en blanco, insomnio maldito de nunca descansar. Alerta de día y de noche, y la calma cuándo. Un perro ladra y a ella le vuelven las ganas de matar, de ahogar esos aullidos que nunca cesan. El patio abajo, la tentación y el vértigo del ya nunca más. Parece fácil pero no lo es. Luis está a punto de llegar del trabajo y hace tiempo que Lucía no le espera. Se agotaron las ganas de tener la casa limpia, los platos fregados, la ropa recogida. Y los vestidos nuevos, y la mirada de rimel, y la sonrisa disparada en rojo. Ahora las colillas abandonadas en los ceniceros pudren el aire y las marcas de las patadas en las paredes que no se borran. La ceniza ha prendido en las cortinas, siempre echadas para que nadie vea. De puertas para adentro cada casa es un universo de impunidades. Lucía desearía hacer un nudo con sus pensamientos y atarlos bien fuerte, hasta dolerle las manos, los nudillos blancos de tanto apretar, y arrojarlos al retrete hasta verlos desaparecer en un remolino de agua revuelta con olor a pino. En vez de eso bebe otro trago de vino áspero y enciende un cigarro. El último, se dice, y no le importa mentirse una vez más.



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