La vida consiste en equivocarse, cada uno a su manera. -Manuel Vicent-

Es preciso tener un caos dentro de sí para dar a luz una estrella fugaz.-Nietzsche-

La vida es una mezcla de aquello que deseamos hacer con ella y aquello que somos capaces de hacer con lo que ella nos trae.-Sergi Bellver-

sábado, 21 de mayo de 2011

Jornada de reflexión

Por más que sepa que el entusiasmo es un sentimiento adolescente y primario, un poco pueril, no puedo ni quiero reprimir toda esta emoción, contagiosa y expansiva. Está pasando algo, aquí y ahora.

La acción, el movimiento, ilusiona en sí mismo. Es lo contrario a quedarse quieto, a resignarse. No soy ingenua y las utopías en las que creo no me las dicta una asamblea ni me las arrebata un discurso. Mis decepciones me las labro yo, que no vengan otros a imponérmelas con su derrotismo, su pesimismo y su amargura. Los que hablan de manipulación son los más manipuladores. Los que pretenden etiquetarme se equivocan (y no sólo en esto).

Ayer leí en un twit un viejo aforismo que me levantó la sonrisa (y creo que aún no se me ha borrado): "Si los de izquierdas te consideran un facha y los de derechas un comunista, es que lo estás haciendo bien". La política nunca ha sido un asunto que haya conseguido entusiasmarme, pertenezco a la generación pasiva y desencantada que cantaba Kate Ryan en aquella canción que hablaba del caos, la indiferencia y los ideales como palabras inservibles; a la generación que creció con los muertos de ETA en el desayuno, la comida o la cena, en los telediarios y en las portadas y con el GAL como música de fondo de las conversaciones; a la generación que visitó la Expo de Sevilla en escursiones del colegio y que sintió que España era importante porque vio la inauguración de las Olimpiadas de Barcelona 92 en la tele; a la generación que sólo encontró motivos suficientes para la indignación cuatro veces (por los asesinatos de Tomás y Valiente y Miguel Ángel Blanco, en contra de la guerra de Irak y tras el 11-M), pero que llenaba Cibeles cuando el Madrid ganaba la Copa de Europa, Neptuno cuando el Atleti hizo doblete y la Gran Vía en los desfiles del Orgullo gay.

Lo que hace una semana iba a ser un sábado más, ahora es un motivo, una causa. Algo importante que está pasando aquí y ahora, en mi ciudad, en mi país. Sin muertes ni guerras de por medio, por una vez. Hoy tengo un motivo para salir a la calle, a la plaza, que estos días más que nunca es ágora. El silencio atronador de la multitud a medianoche fue ayer el más conmovedor y convincente mensaje, por encima de las consignas y eslóganes.

El poder de la masa es grande. Y sólo las multitudes son capaces de generar esa sensación de fervor unánime que tal vez nos aborregue, pero que a la vez otorga un poder difícilmente explicable: el de estar compartiendo una misma emoción, el de sentirse parte de algo que supera y trasciende la propia identidad para formar una entidad común. Es lo contrario a la soledad, a la incomprensión. La voz que clama solitaria en el desierto se hace fuerte y poderosa cuando son muchos los que pronuncian una misma palabra al unísono.

Hoy, otra vez, mi lugar está en las calles de mi ciudad. Hoy, más que nunca, me siento orgullosa de ser española, de ser madrileña. De que esté pasando esto y yo me sienta partícipe. De no estar mirando hacia otro lado mientras la ciudad se rebela, más viva que nunca, sin líderes encabezando pancartas pactadas. Mi entusiasmo hoy quiere pasearse por Sol y no permitirá que nadie le impida manifestarse.

Hoy es sábado 21 de mayo de 2011.

Esto es Madrid y estamos haciendo Historia.



miércoles, 4 de mayo de 2011

Primera reseña de Los Patos de Central Park


Primera reseña de la novela, de Javier Rodriguez, de la Librería Cervantes de Alcalá de Henares.


Marina Fernández Bielsa nos sorprende con su primera novela y que no es sino un pequeño ajuste de cuentas con su pasado. Un ajuste de cuentas que no es sino una reordenación de sentimientos y de etapas de amistad y amor. Como muy bien expresa en ese libro -que particularmente me marcó a mí bastante- “Tokio ya no nos quiere” de Ray Loriga, la memoria es el perro más estúpido, le lanzas un palo y te trae cualquier otra cosa. Un texto breve, con una narrativa cargada de sentimientos pasados y con banda sonora. A lo largo de todo el texto la autora nos va recordando esas canciones y letras que marcaron cada etapa de la existencia de la protagonista. Y lo hace con la sabiduría de reflejarnos un tiempo que todos hemos recorrido. Son años de transición y guateques. Son edades en que los enamoramientos, por el desfase de años, no son correspondidos como debieran. Son espacios de maduración y pérdidas, de reajuste de nuestra existencia. Una lectura que se hace de una vez y que fluye con gran suavidad. Una prosa que nos invita a saborear esas experiencias que todos hemos tenido en nuestros años de juventud y que, mucho tiempo después, ya, no son sino esas postales que descubrimos un buen día en el trastero de casa o hurgando entre los restos que dejan nuestros familiares al irse definitivamente. Y descubrimos que éramos otros, muy diferentes a como creemos. Muy diferentes a como creían. en fin, muy diferentes a lo que somos en este momento, en el que todos esos amigos que nos acompañarían a lo largo de nuestras vivencias han desaparecido con rapidez. Y nuestra existencia se ha ido acoplando, paulatinamente, a los tiempos.

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