Un ascensor es un reducto demasiado pequeño, demasiado cerrado, incluso demasiado obvio para dar rienda suelta al deseo. No es un lugar propicio para un intercambio de pensamientos ocultos que van y vienen sin control, sin que haya manera de dominarlos, aunque se palpen. Por eso la tensión se impone, la respiración interior se acelera y surge la imperiosa necesidad de hacer un comentario impaciente sobre la gente que fuma en los ascensores. El tono denota cierta contrariedad, un punto de enojo y tal vez de impotencia. Descargar la frustración sobre los vecinos maleducados es una manera de disimular el nerviosismo propio, de evitar pensamientos inconvenientes, de ahuyentar las tentaciones. Segundos rojos. Alarma. Peligro. El frenazo al llegar al portal es casi un alivio, aunque las puertas interiores tardan demasiado en abrirse. Empujar la puerta con fuerza es la única manera de escapar, de ponerse a salvo, de poder volver a mirarse a la cara. No es el momento, no se dan las circunstancias adecuadas. Otra vez se ha salvado el escollo, con disimulo, con la corrección requerida, manteniendo las formas adecuadas, sin salirse del guión establecido. Otra difícil prueba aparentemente superada, aunque en ese ascensor, mezcladas con el humo del tabaco, hayan quedado suspendidas ciertas fantasías prohibidas, no declaradas, para siempre ocultas bajo comentarios intrascendentes...
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Otras historias de ascensores:
La máquina de bebidas calientes está enfrente del ascensor, y es una especie de jaula de Skinner, pero en lugar de palancas y ratones, hay botones y las manejan los humanos, o eso dicen. Mi bebida preferida es la número 9, mocachino. Sin azúcar, o sea que conviene apretar antes al número 1 y después al 9. El caso es que al apretar el botón blanco, el ascensor descendió y la puerta permaneció abierta hasta que salió esa especie de café con chocolate. Casualidad pensé. Como buen seguidor de la máxima de santo Tomás, quise descartar esa opción del azar y me metí en el ascensor, aún sabiendo que el piso más alto es el número 7. Nada más entrar y antes que decidiera apretar algo, las puertas se cerraron, y la habitación oscilante subió hasta el noveno piso, dos por encima de la UCI la última, en definitiva, una planta que en realidad no existe. Cuando la puerta se volvió a abrir, salí a una especie de jardín botánico. En el fondo se veía una sombra en forma de fortificación que debía ser el castillo de Bellver y detrás de un árbol había un tío con una especie de extintor en el mano.
- Que tal...
- Ya ves, aquí de guardia
- Eres la primera visita que recibo en dos años
- ¿Quieres decir que no volveré a la planta baja?
- Despídete tío. Yo subí para apagar un incendio, y aquí me tienes
16 comentarios:
Jordi, espero que no te importe que me haya tomado la licencia de rescatar este texto tuyo, me gustó y como estaba por ahí perdido...
Me qued� tensionada al leer tu relato. Fu� como un p�nico terrible, querer salir del ascensor r�pido porque ahoga...
el final es genial, quien sabe si se le tiene p�nico a ese cuadrado que sube y baja o a las fantasias ocultas que sentimos???
besos
Un honor ETDn, un honor que rescates ese comentario
Comentaré el texto más tarde, hay que pensarlo.
Y don´t worry please
los ascensores dan para mucho, ¿eh? Bien escrito, Etdn.
Fue un gustazo volver a verte en Madrid este finde. Esperemos que para la próxima no pase tanto tiempo.
Ainsss yo en los ascensore sólo hablo del tiempo.
Uh. Si yo les contara... Algunos de los abrazos más hermosos que me han dado nunca han ocurrido en un ascensor.
Uh. Si yo les contara... Algunos de los abrazos más hermosos que me han dado nunca han ocurrido en un ascensor.
Jaja...
me rio xq me gusta la simple idea del ascensor...
es un mundo aparte.
Muchos y muy buenos relatos como este se me cruzan por la mente.
Un cubículo pequeño en el que se rompen nuestros propios espacios mezclándose con los ajenos. Muchas sensaciones pueden surgir en ese espacio de tiempo, desde incrustarse econtra la pared del ascensora dejarse llevar por las fantasías.
Besos!
Siempre me tensionaron los ascensores, demasido pequeño para mantener la mirada quita con algún extraño.
UN abrazo
Etdn, me gusta imaginar publicaciones de Jordi. Los libros son obras a distancia, bien pocos te llegan. Jordi escribe y llega.
ordenador-ordenador-ordenador-ordenador
Desarrollo de la comunicación?
Barreras lingüísticas?
"Lo mejor de mí" visto trailer y reportaje. no sé si me explico. La respuesta extensa. Ya ves.
bss
Es cierto eso que dices sobre el ascensor, es lo primero que pensamos o que sentimos cuando alguien nos dice, oye un ascensor, ¿qué te sugiere?
Pero también está lo del ascensor vacío sin nadie, es tremendo, porque donde siempre esperas encontrar a alguien y no ver a ninguna persona es cuanto menos inquietante.
Quedan muchas cosas pendientes siempre, supongo que en sitios cerrados la concentración de las mismas es muy intensa y puede molestar más. A veces internet también se puede convertir en un sitio cerrado, en el mismo círculo.
En fin, sin la imaginación de Wil, seríamos peores M. Don´t you?
Y sin tus letras también, sure.
en los ascensores lo único que cuento es las veces que respiro.
Tambien tengo una vecina que deja su perfume dentro del ascensor y por el garaje. Los pensamientos más ridiculos suelen florecer en un ascensor, también los lujuriosos, claro. Evito entrar con alguien que no me cae bien porque el viaje se hace eterno.
Padezco algo de claustrofobia. Así que cuando entro en el ascensor estoy deseando salir. No me da para fantasías, aunque sean ocultas... una lástima..
Un placer su lectura.
Me ha gustado mucho tu blog, y estos pequeños relatos en especial. Yo también escribí una historia de ascensores hace ya como un año...si quieres la puedes leer en mi antiguo blog.
http://moniquitafuckedup.blogspot.com/2007/06/green-shoes.html
Seguiré leyéndote.
M.
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