A veces, en un ataque de flaqueza, la mujer que ahora vuelve a estar en tierra de nadie se descubre lamiéndose heridas en forma de cicatriz que le recuerdan que ha sobrevivido. Se sorprende de seguir en pie y piensa que ser osado y ser valiente no es exactamente lo mismo, aunque a menudo sus consecuencias son parecidas.
A veces, en un ataque de nostalgia, el chico del área de descanso y el muchacho de la sonrisa roja se cuelan en las tardes calurosas, en las noches que presagian verano. Y no hay primavera capaz de espantar el miedo. El miedo a no volver a amar como aquel verano del 98, cuando el universo conspiraba y todo era posible, cuando no había ganas ni necesidad de salir de la habitación, cuando todo era descubrir y sorprenderse. Miedo a no volver a sentir temblar todo el cuerpo bajo una caricia, a no volver a reconocerse en miradas feroces, a saberse completa en el tacto de unos dedos. Miedo a no volver a estremecerse con mails de madrugada en noches de vigilia compartida como en aquel 2006, de amor después del amor, o del desamor, o del error. Miedo a no encontrar rival intelectual y dialéctico que provoque curiosidad y ganas y luego la folle con lujuria y vicio, ensalivándola hasta el orgasmo. Miedo a no volver a encontrarse con un hombre que no ronque, que cocine para ella, que la abrace con ternura y la penetre con delicadeza como aquel amor fugaz de 2009, ligero y fatuo como el fuego extinguido en picaduras de agua.
Ahora, la mujer que vuelve a estar en tierra de nadie ha vuelto al pelo corto, a su espíritu de niña ansiosa con ganas de verano y viaje. Esa eterna adolescente vuelve a reconocerse en las fotos de veranos felices, antiguos pero no olvidados, relucientes en las fotos que nunca desaparecieron.
Ahora, la chica del área de descanso vuelve a tener una sonrisa dispuesta en el bolsillo y una chispa de futuro presta a prender bajo las noches de julio y el sol de agosto.
Porque las ganas de felicidad siempre fueron el mejor conjuro contra el miedo.
A veces, en un ataque de nostalgia, el chico del área de descanso y el muchacho de la sonrisa roja se cuelan en las tardes calurosas, en las noches que presagian verano. Y no hay primavera capaz de espantar el miedo. El miedo a no volver a amar como aquel verano del 98, cuando el universo conspiraba y todo era posible, cuando no había ganas ni necesidad de salir de la habitación, cuando todo era descubrir y sorprenderse. Miedo a no volver a sentir temblar todo el cuerpo bajo una caricia, a no volver a reconocerse en miradas feroces, a saberse completa en el tacto de unos dedos. Miedo a no volver a estremecerse con mails de madrugada en noches de vigilia compartida como en aquel 2006, de amor después del amor, o del desamor, o del error. Miedo a no encontrar rival intelectual y dialéctico que provoque curiosidad y ganas y luego la folle con lujuria y vicio, ensalivándola hasta el orgasmo. Miedo a no volver a encontrarse con un hombre que no ronque, que cocine para ella, que la abrace con ternura y la penetre con delicadeza como aquel amor fugaz de 2009, ligero y fatuo como el fuego extinguido en picaduras de agua.
Ahora, la mujer que vuelve a estar en tierra de nadie ha vuelto al pelo corto, a su espíritu de niña ansiosa con ganas de verano y viaje. Esa eterna adolescente vuelve a reconocerse en las fotos de veranos felices, antiguos pero no olvidados, relucientes en las fotos que nunca desaparecieron.
Ahora, la chica del área de descanso vuelve a tener una sonrisa dispuesta en el bolsillo y una chispa de futuro presta a prender bajo las noches de julio y el sol de agosto.
Porque las ganas de felicidad siempre fueron el mejor conjuro contra el miedo.
11 comentarios:
todas las autopistas conducen lejos...casi todas llevan al mar...besos.
rival intelectual y dialéctico que provoque curiosidad y ganas y luego la folle con lujuria y vicio, ensalivándola hasta el orgasmo
¡Joder, la madre que me...!
las ganas de felicidad siempre fueron el mejor conjuro contra el miedo
Qué cierto. Tanto es así, que yo sostengo que en cuanto uno quiere estar bien, ya lo está, ya está el trabajo hecho y es cuestión de esperar un poco.
Un beso, chica. Que disfrutes esta temporada.
Gracias, Fernando(s)...
Hoy he leido una frase que viene a decir eso que apuntas, Portorrosa:
"El viento no empuja si las velas no están abiertas".
Un beso
Pues sí, es una buena frase.
En fin, hay un montón de formas diferentes de recordarnos la importancia de nuestra actitud, y cuánto depende de nosotros lo que nos sucede (no confundir con un voluntarismo infantil, por favor; y dejar las desgracias aparte, también). Pero la cuestión es, una vez disfrutada y valorada la frase de turno, ponerla en práctica.
Un beso.
¡Me cago en la leche!
Vaya respingo he dado a mitad del texto.
Eres una valiente, yo sería totalmente incapaz de un exhibicionismo emocional como este.
Me ha gustado mucho
Pd. ¿dos entradas seguidas sobre el miedo?
¡Bienvenido al Área de Descanso, Jorge!
El ego ariano carece de pudor y las vomitonas sentimentales alivian mucho: lo que se expresa no se enquista dentro.
Sí, tienes razón en lo del miedo, no había caído. Será el vértigo de enfrentarme otra vez a la realidad, al verano sin planes, a ciertos deseos inciertos.
Pero, contra el miedo, ganas de felicidad :)
Espero que sigas dejando huella de tu paso por esta tierra de nadie.
El mejor conjuro. Sin lugar a dudas, Dama ETDN.
La Fortuna sube y baja, Dama. Unas veces arriba y otras abajo. Como dice más allá, aún le quedan muchas primeras veces...
no sabes cómo te entiendo... pero cada vez me acuerdo menos... y eso es bueno...
besos y besos
K
Optimismo, cara al viento y sonrisa amplia. Que vengan todos los veranos. Di que sí. Priorizando.
Gracias, querido/a anónimo/a. Por dejar rastro de tu paso por el Área de Descanso de manera tan optimista. Está claro que sabes quién soy, me gustaría saber quién eres. Y gracias dobles por estar leyendo y comentando mi blog en pleno partido de España :)
Yo también tengo ganas de ser feliz, de olvidar el miedo y bañarme en el mar. El revés fue grande y dolió pero me recupero. Te deseo un feliz verano y que ganemos esa final y me alegro mucho de que tu verano vaya viento en popa. Un abrazo!!!!!
Publicar un comentario