Sábado 20 de febrero de 2010
Me gusta salir de trabajar los sábados por la mañana, cuando el día es limpio, como hoy. Poco tráfico en la ciudad que se despereza, apenas gente en las calles. No hace mucho que ha amanecido y las hordas de adolescentes borrachos ya duermen la fiesta del viernes noche. Tan sólo se ve algún viajero que va o que regresa con su maleta a cuestas con deseos de partir o de descansar, los empleados de las cafeterías alzando el cierre, algunos porteros barriendo la entrada de los portales, un vecino paseando un perro.
El sol contra los edificios deslumbra con luz contagiosa. El cielo despejado es una promesa, o mil. De lo que puede deparar el día, la semana, el año, el futuro. La música acompaña en cada semáforo y la ciudad se hace cómplice de pensamientos extrañamente eufóricos. Nada importa, sólo este presente. Y llegar a casa: zumo de narnaja, cola-cao con mini croissants, un rato de lectura y a dormir. Cuando despierte, será sábado por la tarde. Y quizá quede aún un resto de luz.
Hoy sonaba esto:
2 comentarios:
Aunque desde aquí no se pueda ver el vídeo, escucho la música.
Muy sugerente ese sábado, muy sugerente el desayuno. Qué lejos quedó...
Un beso, te sigo.
Tú también sabes de horarios cambiados, guardias nocturnas y salir de trabajar al amanecer. Hay días que tiene su encanto. bss
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