La vida consiste en equivocarse, cada uno a su manera. -Manuel Vicent-

Es preciso tener un caos dentro de sí para dar a luz una estrella fugaz.-Nietzsche-

La vida es una mezcla de aquello que deseamos hacer con ella y aquello que somos capaces de hacer con lo que ella nos trae.-Sergi Bellver-

martes, 25 de septiembre de 2007

Escena en el autobús

Iban delante de mí. Me costó trabajo darme cuenta de que iban juntos. Él miraba hacia la ventanilla, y ella hacia la puerta. Ella giró la cabeza y se le quedó mirando.

Él se sintió observado, culpablemente observado, y quiso herirla con su indiferencia. Deseaba abrazarla, pedirle perdón. Su mirada era un enorme “LO SIENTO”, pero dirigida en dirección equivocada. Deseaba volverse, pero se hizo fuerte para no hacerlo. Siguió mirando por la ventanilla, aunque no veía los coches, ni la calle, ni los escaparates oscuros; sólo la cara de ella reflejada en el cristal. Sentía sus manos delicadas, femeninas, que intentaban recuperarle de nuevo y estuvo a punto de retirar las suyas, pero no se atrevió. Permaneció rígido, erguido, intentando demostrarse a sí mismo que esta vez no sucumbiría a sus encantos, e intentando demostrarle a ella que él también tenía su orgullo.

La oía susurrando en su oído, pero no quería escucharla; sabía que sus palabras le harían sucumbir, que si la escuchaba no aguantaría mucho más. Ella intentaba besarle y él se dejaba, pero no podía permitirse el más mínimo sentimiento. Sabía que le estaba haciendo daño, pero no era el momento de flaquear. Aunque lo que de verdad deseara fuese abrazarla con todas sus fuerzas, y besarla, y olvidar, y que todo fuera como antes. Deseó poder borrar las horas anteriores; aquí no ha pasado nada. Deseó poder parar el tiempo: eran las siete y él pasó a buscarla, como siempre. Se besaron, se rieron juntos de sus paridas... y nada más.

Deseaba perdonarla, pero no podía. Estaba harto de ceder, de hacer el primo. Que sufriera ella por una vez. En realidad no era para tanto, pero no era ésa la cuestión. Esta vez estaba en juego su dignidad, su orgullo, tantas veces heridos y vapuleados. Tenía que aguantar. Pero por favor, que no se ponga a llorar. Que me grite, que esté un mes sin hablarme, pero que no llore...

Entonces ella se agitó en silencio sobre su hombro que, lentamente, se fue empapando.

¡MIERDA! No quería llorar esta vez. No quería montar el numerito. Sí, es verdad, se había puesto muy borde. Quizá a fin de cuentas él tenía razón, pero tampoco era para que la tratara así, haciéndole daño adrede. Porque lo estaba haciendo adrede, para hacerse el duro...¿qué pretendía demostrar?

Vale, sí, ella cedería esta vez, pero por favor que le hablara, que la mirara, que reaccionara de alguna manera. ¡Si lo estaba deseando tanto como ella!...¿por qué no dejaba de lado ese orgullo mal entendido?

¡¡¡¡¡Pero no ves que estoy intentando arreglar las cosas!!!!...No me hagas sentir tan estúpida, no me humilles de esta forma, por favor. ¡Háblame! ¡REACCIONA!...Por lo menos mírame.

Sabía que su fingida indiferencia era su única defensa, que en el fondo se sentía culpable él también y le estaba haciendo daño a ella porque con quien estaba cabreado era consigo mismo. Sabía también que en cuanto la mirara quedaría sin protección, desvalido, y no tendría más remedio que abrazarla.

Pero no quería llorar esta vez...esta vez no...no, por favor, no...¡MIERDA!

Y ya no vio nada más. Solamente sintió sus brazos alrededor de ella, y la lana de su jersey empapado, que picaba; y el sabor salado de sus lágrimas. No quería moverse, le daba vergüenza mirarle; estaría horrorosa, tendría los ojos rojos y se le habría corrido el maquillaje.

Entonces sintió que él se apartaba, que la lana dejaba de picar y que una lágrima le rodaba por la barbilla, pero no quiso abrir los ojos. Simplemente sintió sus labios, su lengua, y no quiso pensar en nada... sólo se dejó llevar.

7 comentarios:

Malena dijo...

¡Qué dificil es ceder cuando el orgullo está por medio! Y que dulces son las reconciliaciones. Es una historia preciosa, etdn. Un beso.

Estoicolgado dijo...

en el fondo se sentía culpable él también y le estaba haciendo daño a ella porque con quien estaba cabreado era consigo mismo


el orgullo tiene inconvenientes...

Dashina dijo...

Cuán poco utilizamos la empatía en nuestras relaciones, verdad? Nos creemos en posesión de la única lógica, de la única razón, de la verdad absoluta. Pocas veces nos paramos a pensar en si el otro estará sufriendo también. Cuánto cuesta comerse el orgullo y dejarse llevar.

Un besito... alma gemela!

Mi Chica dijo...

El orgullo nos divide muchas veces y nos hace ser infelices a todos.

Un beso.

Anónimo dijo...

Me alegra que todavía los sentimientos sigan venciendo al orgullo y a la razón. Me alegra que todavía existan casos así.

Volveré a visitarte, un saludo.

Elsa dijo...

¡Nos resulta tan difícil dejar de sentirnos heridos..! Y la cura es tan sencilla como un cálido abrazo. Y si lo acompaña un beso así....pamorirse...

Besos.

Anónimo dijo...

ES MEJOR KONSERVAR EL ORGULLO HASTA MORIR Y PERMITIR SER PISOTEADOS.... MUERETE Y PUDRETE FALSO ORGULLO....