Las ciudades, como los sueños, están construidas de deseos y temores,
aunque el hilo de su discurrir sea secreto
-Italo Calvino-
aunque el hilo de su discurrir sea secreto
-Italo Calvino-
Praga ha sido un sueño, en este verano de oro. Un viaje anhelado durante años hecho realidad en el momento preciso, de manera inesperada y perfecta. Por sorpresa, como suelen llegar las cosas que nos marcan en la vida, que cambian nuestro rumbo, que nos hacen otros.
Viajes que trajeron a otros vistiendo nuestros cuerpos, cantaba Ismael Serrano. Hay viajes que matizan nuestra mirada y nos devuelven transformados. La luz de otras ciudades nos hace distintos, aunque el cambio no siempre es perceptible.
Praga cambiante y mágica, Praga en obras y llena de extranjeros, Praga con lluvia y después sol, justo a tiempo, siempre a tiempo, Praga atardeciendo sobre el Moldava en un banco junto al río, Praga con luna llena y estrellas a través de la ventana de una habitación-buhardilla, Praga con calor y con ampollas en los pies, con trampas para turistas, con helados de limón, con pivo Pilsner, sin hielo en las bebidas.
Praga de sinagogas e iglesias, de torres de cuento, de puentes comunicantes, de museos inexistentes y mitos invisibles – el Golem es una invención -, de tranvías modernos y fachadas sorprendentes, de cafés oscuros con sabor a Kafka y Dvorak, de nombres de calles imposibles de pronunciar, de idioma incomprensible, de moneda extraña, con billetes rosas con un corazón desbordado por una lágrima.
Praga de librerías curiosas, de Malý Princ haciéndose de rogar y apareciendo de la nada en el más primoroso de los envoltorios, de perritos calientes gigantes con coca cola por menos de un euro, de strogonoff , de absenta, de muros grafiteros y adolescentes bailando en los parques, de escaparates de colores, de stendhalazos, de guionistas a favor. Praga con patos en el río, en la mochila y en una taza de café, con césped que nadie pisa, con festivales de verano y fuegos artificiales. Praga en barco y en funicular, Praga de laberintos de espejos y gárgolas fantasmales, de postales escritas y enviadas, de ojos colmados de imágenes imposibles, de confidencias, risas y alguna lágrima, de deseos formulados y cumplidos.
Praga es un después, en este verano que es un subrayado de finales y una voluntad de principios. Praga es un siempre, un ahí, un tiempo entre paréntesis, dos camisetas, centenares de fotos, un nombre, una plegaria.
Viajes que trajeron a otros vistiendo nuestros cuerpos, cantaba Ismael Serrano. Hay viajes que matizan nuestra mirada y nos devuelven transformados. La luz de otras ciudades nos hace distintos, aunque el cambio no siempre es perceptible.
Praga cambiante y mágica, Praga en obras y llena de extranjeros, Praga con lluvia y después sol, justo a tiempo, siempre a tiempo, Praga atardeciendo sobre el Moldava en un banco junto al río, Praga con luna llena y estrellas a través de la ventana de una habitación-buhardilla, Praga con calor y con ampollas en los pies, con trampas para turistas, con helados de limón, con pivo Pilsner, sin hielo en las bebidas.
Praga de sinagogas e iglesias, de torres de cuento, de puentes comunicantes, de museos inexistentes y mitos invisibles – el Golem es una invención -, de tranvías modernos y fachadas sorprendentes, de cafés oscuros con sabor a Kafka y Dvorak, de nombres de calles imposibles de pronunciar, de idioma incomprensible, de moneda extraña, con billetes rosas con un corazón desbordado por una lágrima.
Praga de librerías curiosas, de Malý Princ haciéndose de rogar y apareciendo de la nada en el más primoroso de los envoltorios, de perritos calientes gigantes con coca cola por menos de un euro, de strogonoff , de absenta, de muros grafiteros y adolescentes bailando en los parques, de escaparates de colores, de stendhalazos, de guionistas a favor. Praga con patos en el río, en la mochila y en una taza de café, con césped que nadie pisa, con festivales de verano y fuegos artificiales. Praga en barco y en funicular, Praga de laberintos de espejos y gárgolas fantasmales, de postales escritas y enviadas, de ojos colmados de imágenes imposibles, de confidencias, risas y alguna lágrima, de deseos formulados y cumplidos.
Praga es un después, en este verano que es un subrayado de finales y una voluntad de principios. Praga es un siempre, un ahí, un tiempo entre paréntesis, dos camisetas, centenares de fotos, un nombre, una plegaria.
8 comentarios:
Praga...siempre abierta en la memoria...besos.
A veces, se viaja a situos que nos gustan y disfrutamos.
Raras veces, un viaje se convierte en algo esencial, que transforma. Creo que has tenido la suerte de hacer un viaje de estos últimos.
¿Así que has sido feliz?
Pues me alegro.
Un beso.
Sin duda Praga es una ciudad para no mirar el suelo.
Me alegro de que hayas disfrutado del viaje y espero, que esos deseos, anhelos y plegarias se cumplan.
Aunque estoy seguro, que eso, en esta ciudad, es algo más factible que en ningún sitio.
Supongo que algún día me quitaré los prejuicios que tengo con Praga. De todas formas, mola lo que transmites, happymarina.
y la absenta?
Leer este apasionado texto tuyo y ver estas fotos (y las de tus álbumes faisbuksianos), ha sido como acompañarte un ratito y disfrutar un poco de esta visita a Praga. Gracias por compartirlo. Me alegro mucho que ese viaje a Praga te haya aportado tantas cosas positivas. Me encanta eso que dices de "Hay viajes que matizan nuestra mirada y nos devuelven transformados."
Besos.
Gracias a todos, por acompañarme en los recuerdos de este viaje feliz.
Fleischman: viajar es maravilloso. Una vez que empiezas, no puedes parar. Animate. ¿Y qué te pasa con Praga? Compartelo.
Aroa: hay botella reservada, con cuchara especial para quemarla y todo. Sólo falta organizarlo, cuando la tripulación esté al completo y busquemos un lugar apropiado para llevar a cabo el ritual.
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