Madrid, 2 de agosto de 2012
Me asomo al cielo de la noche y siento inquietud y extrañeza. Esta luna
redonda y fluorescente, ese llanto. Incapaz de irme a dormir sigo aquí, atenta
a los ruidos de la madrugada. El clic clic del teclado alivia y acompaña. Una
de las velas se apaga, dejando un rastro de cera derramada y un olor tostado.
Ignoro la oscuridad y sigo escribiendo, navegando. Internet no se apaga, ni
descansa nunca. Como una luz siempre encendida que ofrece seguridad, aunque no
siempre haya alguien al otro lado.
Luna llena, velas.
Escribo en la terraza.
Es como estar de vacaciones.
Estoy de vacaciones en mi propia casa. Sentimiento extraño y feliz. ¿Cuánto
durará esto? ¿De verdad puede durar? Perplejidad. Pedid y se os dará. Tan
sencillo y tan complejo. El miedo y las dudas se disipan con los días. Pero
nunca se sabe. Vivimos tiempos inciertos. Como la maldición china: Ojalá vivas
tiempos interesantes.
Un llanto de mujer rompe esta
paz. No existe el silencio en las noches de verano. No sé de dónde vienen los
sollozos. Todas las persianas están bajadas, todas las luces apagadas. Las
ventanas abiertas dejan escapar los secretos que todo hogar esconde. La mujer
llora sin parar. Murmura algo, entre hipidos. Me parece oír una voz de hombre,
muy queda, pero no estoy segura. Imposible imaginar qué causa tanto
desconsuelo. Prefiero no hacerlo, todas las opciones son igual de tremendas.
Todo parece volver a la calma. Al
rato, otra vez el llanto.
Pienso en la rareza de la vida.
En que mientras yo escribo acerca de lo fácil que es a veces la felicidad a
unos metros le es negada a una mujer que no para de llorar.
4 comentarios:
Adoro tu diario de verano.
(besos)
"No existe el silencio en las noches de verano", completamente desarmante esa indefensión acustica a la que nos somete el verano.Espectacular verso.
Besos
Es muy difícil estar en paz cuando se oye un llanto ajeno.
La entrada es magnífica, oiga.
Esa terraza le hace a uno sentirse James Stewart o Grace Kelly, a elegir. Todo un lujo.
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