La vida consiste en equivocarse, cada uno a su manera. -Manuel Vicent-

Es preciso tener un caos dentro de sí para dar a luz una estrella fugaz.-Nietzsche-

La vida es una mezcla de aquello que deseamos hacer con ella y aquello que somos capaces de hacer con lo que ella nos trae.-Sergi Bellver-

jueves, 14 de julio de 2011

Metamorfosis estelar

Veo las manchas en la pantalla. Letras que son imágenes. Internet es un libro de imágenes en constante transformación.

“Un agujero negro se traga una estrella”, leo. La frase me parece hermosa y enigmática. No alcanzo a entender el alcance, en términos científicos, del suceso.

“El fenómeno ha generado un destello de altísima energía, en rayos X y rayos gamma, que debe ser un chorro orientado hacia la Vía Lactea, lo que ha permitido observar el brillo extremo producido”.

No sé nada de rayos X ni de rayos gamma, los imagino como chispas desprendiéndose de un fuego. Cintas de colores fluorescentes e hipnóticos que se mueven vertiginosas dejando una estela a la que no se puede dejar de mirar. La imagen me sugiere belleza y misterio. Lo oscuro apropiándose de la luz. El resultado: un brillo extremo.


“Es un fenómeno singular. Los expertos calculan que la emisión de rayos gamma que les dio la pista debió comenzar el 24 o 25 de marzo, sigue brillando y seguramente no se apagará hasta el año que viene. Podría ser un chorro de alta energía generado al ser atrapada una estrella del tamaño del Sol por un agujero negro un millón de veces más masivo”.


Imagino la lucha de la estrella y el agujero negro. Las fuerzas de la atracción y la resistencia. El chorro de energía como el grito último ante lo inevitable, un estertor que es un fogonazo, un último chispazo antes de apagarse para siempre, una llamada luminosa y persistente para no desaparecer sin más en la oscuridad del universo. Una metamorfosis estelar que deriva en aniquilación. Y en la transformación, la máxima belleza: un chorro de luz que ilumina la galaxia.

En toda batalla fluye una belleza épica; las historias que merecen ser contadas son las que esconden una guerra. No hay materia literaria en la paz. Acaso una lírica que evoca luchas pasadas o futuras.

Todos somos estrellas, pienso. En cualquier momento podemos ser atrapadas por un agujero negro deseoso de robarnos la luz. Y es precisamente ese instante extremo el que nos obligará a desplegar toda nuestra energía. El que dará la medida de nuestra capacidad de brillar, de qué tipo de intensidad luminosa nos define. Lo que diferencia la pérdida del fracaso es la dignidad con la que se encara y la propia percepción de la derrota. El Universo nos vuelve a dar una lección. Uno no debe apagarse antes de ser engullido. Debe, por el contrario, brillar como nunca.

Fuente: El pais.com

miércoles, 6 de julio de 2011

Sopla verano



Sopla verano y yo recuento un regreso extraño. Ruedo del mar al asfalto en este primer lunes de julio con un paisaje de obligación y fastidio en el horizonte. Me salvan en este viaje de vuelta a la ciudad ardiente las canciones que hablan de la posibilidad de recordar sin odio y de otras cosas que importan. Me salva la memoria de algunas lecturas recientes, de los artículos epitafio dirigidos a los fantasmas de los que fuimos, que se aparecen de vez en cuando para que no nos olvidemos de dónde venimos y podamos convencernos de que somos ya distintos, proyectados y reales en un presente que alguna vez fue futuro. Me salvan los amigos que me esperan, unos cuantos abrazos y el deseo de alguna mirada consumido en besos que quiten y den aliento. Me salva la certeza de algunas sorpresas y la posibilidad de seguir soñando.

Este paréntesis de tiempo y espacio me devuelve perezosa y desganada. Mi cuerpo y mi mente reclaman seguir de vacaciones, mientras intento distraerles con planes que nunca cuadran como deberían en esta ciudad que me recibe hostil, áspera de fuego seco y obligaciones ineludibles. Agota el trabajo intensivo en las noches de verano, que no se inventaron para desperdiciarlas en un despacho artificial que asfixia con la soga de las horas contra reloj.

Ha sido extraña y confortable la paz de estos días, sin necesidad de búsqueda. Completa por dentro, importa menos lo de fuera. La emoción es interior y no hay impaciencia ni angustia.

Hay amores lentos que tardan en manifestarse. Pero una vez que surgen suelen ser sólidos y cuando nos damos cuenta son ya imprescindibles. Puedo decir ahora, por fin, que hay dos hogares que siento míos. He tardado diez años en descubrir que me basta tener un lugar al que regresar o al que ir para hacer completos los veranos.

Tal vez me espera un viaje al otro lado del verano, pero septiembre queda lejos.

El tiempo es una trampa elástica que avanza a su propio ritmo y casi nunca coincide con el nuestro.

Septiembre queda lejos y entre medias quedan dos meses de ciudad, unas cuantas idas y vueltas, y todas las posibilidades del mundo encerradas en los sueños de una liebre plácida que atesora sorpresas de oro escondidas entre los días del verano.


Lunes 4 de julio de 2011. En un área de descanso entre el mar y Madrid.