Denia, 12 de agosto de 2012
Los gatos ya no están. La madre debe de habérselos llevado a
otro sitio. La naturaleza y sus misterios. Los animales y los suyos. Los
humanos tratando de buscar explicación u origen a todo.
No son lo mismo los domingos de verano sin el artículo de
Ray Loriga en El País Semanal.
El desayuno alargado, la emoción y la
impaciencia ante el nuevo descubrimiento, el posible hallazgo entre las letras
del escritor admirado, la lectura entre líneas.
Le echo de menos como a los
amigos que desaparecieron en algún lugar del tiempo cuando nos hicimos mayores,
como a los antiguos amores de los que ya no tenemos noticias.
Tengo esa triste
sensación de lejanía, de pérdida. Ray aparece en mis sueños de vez en cuando y
le echo de menos en mi vida con la melancolía del que añora cosas que nunca ha
tenido.
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