La vida consiste en equivocarse, cada uno a su manera. -Manuel Vicent-

Es preciso tener un caos dentro de sí para dar a luz una estrella fugaz.-Nietzsche-

La vida es una mezcla de aquello que deseamos hacer con ella y aquello que somos capaces de hacer con lo que ella nos trae.-Sergi Bellver-

jueves, 5 de noviembre de 2015

CUADERNO DE NUEVA YORK (I)


New York is a diamond iceberg floating in river water.
Truman Capote


DÍA 1. El viaje es un estado de la mente.

Sábado 10 de octubre. Madrid.

18.15. Rutinas de aeropuerto

A veces, todo va bien. Facturación, control y embarque tranquilos, casi más de lo habitual. Encuentro con Nuria García-Alix en una terminal remota: alegría y buenas vibraciones. Fila de dos asientos. Ventanilla para mí. Cielo despejado. Nada de sueño, pese a no haber dormido más de dos horas.

De fondo suena Quique González. "Vidas cruzadas". Una luciérnaga azul y tú...¿no ves que hay una luz en el fondo de mi corazón?. Las señales y yo.

Entre las pelis disponibles, una que deseaba ver y que quitaron de los cines antes de que pudiera ir. "Los exiliados románticos", de Jonás Trueba. Otra señal.

Suenan los primeros acordes de "Me he perdido" y alucino. Antes de que Nacho Vegas empiece a cantar, cortan la canción para dar las instrucciones de a bordo. Pero la euforia no se va.

Nueva York con J.

Central Park y los patos.

Alegría, agradecimiento.

El resto no importa.


20.35. Diario de a bordo
  
La peli me hace pensar sobre los amores adultos. Que es un alivio haber dejado atrás también la década de los 30. Que a medida que uno envejece las decisiones las va tomando el tiempo y resulta liberador que se vayan cerrando posibilidades.
A partir de los 40 el futuro empieza a perder importancia. Sobre todo si no se tienen hijos ni responsabilidades familiares y un trabajo que te dé para vivir. Las decisiones vitales ya se tomaron (o no) y uno es consciente de que lo que hay es sólo presente. El reto más importante es lidiar con ello, pero sin esa angustia de futuro que se tiene a los 30, cuando parece que uno se ve obligado a elegir un camino sin vuelta atrás, y todo se lo toma a pecho, y todo le angustia. Diez años después se ha aprendido que todo pasa, que no hay nada irremediable, que todo es presente.

(He tomado notas para un futuro post sobre la película. En general fallida, inconexa y pedante, parece un video-clip de Miren Iza, a la que no se le entiende casi nada de lo que canta porque el sonido es pésimo, pero con cosas interesantes. Con un aire familiar de las pelis de Rohmer y Linklater que no puede no gustarme. Con citas literarias a tener en cuenta. Y con una mirada sobre las relaciones (el amor treintañero en la segunda década del siglo XXI) que me interesa)


20.59.  Flashes

En aire de nadie. Mar de nubes bajo el avión, sobre el Atlántico.

Viajamos hacia la luz. Cuatro horas después sigue sin hacerse de noche.

Las nubes parecen islas.

Ocho horas seguidas de luz.

Dentro de este avión es verano eterno.


21.10. Paisaje de avión

Las islas de nubes se vuelven desierto de espuma, blanco y rugoso; helado de nata, algodón y nieve.


00.21 (18.21 hora de Nueva York) . Destino 

La costa de Canadá como paisaje de fondo, primero.

Reflejos rosados en el ala.

La costa de Nueva York nos recibe con una puesta de sol desde el aire.


Franjas de atardecer en el horizonte.

Debajo, un desconcertante paisaje de lagunas y tierra.

Giro del avión sobre el mar.

Bruma azul de anochecer en la cola. Al frente, de nuevo rescoldos de sol.


La llegada

Trámites de aeropuerto, menos complicados de lo que se temía. Taxi a Manhattan. El horrible paisaje de autopista y afueras que separa los aeropuertos de las ciudades, tan parecido en distintos lugares. Es tarde-noche de sábado y hay atasco. Cansancio de avión e impaciencia por llegar, por descubrir algo reconocible. La necesidad de sorprenderse con los primeros rascacielos, las primeras luces de esta ciudad que nunca se apaga.

Registro en el hotel. Habitación en el piso 20. Por encima sólo la terraza.

Suite espaciosa, con un sofá y una cafetera. Una botella de champán y bombones Leónidas como obsequio de bienvenida. Un ventanal que da a los rascacielos de H&M y MetLife. Azoteas con tanques de agua y edificios en obras. Luces que iluminan la noche. Es Nueva York, sin duda.


Nos cambiamos de ropa y subimos a la terraza, a saludar al Empire State. Hoy luce de blanco. Todo resulta impresionante y tiene un toque de irrealidad. La incredulidad de los sueños cumplidos. Estar allí, por fin.

Me dejo llevar por calles aún desconocidas para mí. Voy noqueada de cansancio, emoción, excitación y asombro. Quiero verlo todo, descubrir lo que hay aquí y allá. Todo me sorprende y me abruma. Y eso sin haber llegado a Times Square.






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