Es difícil saber cuándo una se hace escritora. Si nace o se hace. A partir de qué momento lo es. Qué escrito o voluntad o acontecimiento marca ese sentimiento, esa etiqueta. Las redes sociales lo han complicado todo, o simplificado. Cualquiera se abre un blog, cuelga lo que escribe, se expresa a través de las notas o los estados de Facebook.
Pienso en esto, en estos días intensos, emocionantes y raros de esta primavera convulsa, revolucionaria, ilusa, ilusoria o ilusionante de este 2011 mágico. Primavera con su sol y calor y luego nubes y luego tormenta y otra vez sol y entonces el arco iris.
El día del libro, la feria del libro, las fiestas editoriales, los encuentros, las presentaciones. Los nervios, la taquicardia adolescente, los tesoros manuscritos, el intercambio de libros. Escribo un discurso que habla de bodas inexistentes y la capacidad para el afecto, para el recuerdo, para el agradecimiento y para la fe en el futuro.
Los patos vuelan, cada vez más lejos y más alto.
Mañana martes aterrizan en su puesta de largo madrileña.
Estáis invitados y sois bienvenidos.
3 comentarios:
Mucha, mucha suerte, y muchas, muchas felicidades, Marina.
Y un beso.
Acabo de empezar su novela. Yo también soy admiradora del misterio que enuncia la frase de Salinger. Es quizás mi frase literaria favorita.
Enhorabuena.
Saludos y enhorabuena.
Muchas gracias, Sonia. Espero que la disfrutes, espero tus opiniones.
Un placer "conocer" a mis lectores.
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