A veces no toca felicidad. Y no pasa nada por decirlo. Todas
las emociones cuentan. También el dolor y la tristeza.
A veces la vida decide darte bofetadas. Sin esperarlo. Sin
que sepas por qué. Sin que haya nada que puedas hacer.
Justo cuando pensaba que había alcanzado cierta madurez,
cierto equilibrio, cierta estabilidad, cierta experiencia, cierto conocimiento
(de lo que soy, de lo que quiero, de lo que necesito), la vida me pone del
revés.
Y no entiendo nada.
Lo he malinterpretado TODO.
No sé qué lección debo aprender de esto.
La felicidad ajena a costa de la mía.
Hoy cumplo 43.
Y ya no sé qué soy. Quién soy.
Sólo sé que toca tristeza.
Y que cada vez entiendo menos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario