Te imaginé bajo la lluvia
corriendo detrás de una sombra,
de una melodía.
Te imaginé con los brazos abiertos
y los puños cerrados
lanzados hacia una boca inexistente.
No te reconocías
en el reflejo de los charcos
"¿Quién es ese viejo que me escupe a la
cara?
Si sólo soy un niño que le teme al viento,
un joven que nunca pensó suficiente,
un hombre que sigue asustado de sí mismo".
Ni una palabra salió de
ti.
Las gotas diluían las
mentiras
escondidas entre el pecho
y la camisa.
La ropa mojada pesaba
como un saco de años a
tus espaldas.
Pudiste vivir
pero elegiste ser
fantasma.
Tras de ti, sólo
cristales y disparos.
Lloraste.
Y eso también era mentira.
Foto de Google imágenes
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