La felicidad consiste, principalmente, en conformarse con la
suerte;
es querer ser lo que uno es
- Erasmo de Rotterdam -
Y en 2012 llegó la calma. No ha sido un año de grandes
emociones, pero sí de asentar los logros, los afectos, las metas. Tener más
claro lo que quiero y lo que no quiero, necesitar lo justo, no tener miedo a
las decisiones y a dejar lo que ya no me sirve.
No me acuerdo del mes de enero (qué tristes los meses de
invierno), en febrero hubo una fiesta (y mucho cabreo por lo que está pasando
en nuestro país, en nuestra ciudad), en marzo se presentó un libro (y hubo otra
fiesta) , en abril no tuve necesidad de celebrar mi cumpleaños (se presentó
otro libro y fui), en mayo me fui a la playa en una semana en la que debí haber
estado en Madrid (se presentaban libros y no pude estar) y este blog cumplió
cinco años (y ni siquiera lo mencioné).
Junio fue raro y rápido, muchas cosas
en poco tiempo. Un cambio de casa imprevisto pero decidido, ilusionante y
complicado pero con final feliz. Un viaje a Londres donde hubo chispazos de
suerte y casi de magia (y una falda muy muy corta). Maratón de feria del libro
y fiestas editoriales. Julio fue una mudanza y un cambio de planes de
vacaciones que no fueron malas pero que pudieron ser mejores (y un cumpleaños y
una foto con un sombrero). Agosto empezó con un viaje sencillo y divertido,
deseado desde hacía tiempo (la importancia de las amigas) y después fue
tranquilo y plácido (hasta escribí un diario).
Septiembre fue raro (hubo
sorpresas, cumpleaños y ambas cosas en una). Y una velada en una azotea (que
puede que fuera en agosto). Y una boda. Y una despedida. No hubo un viaje a
Venecia ni una fiesta en mi terraza. Octubre fue primaveral y también hubo
cumpleaños que coincidían (otra vez la imposibilidad de estar en dos sitios a
la vez, la rabia de tener que elegir) y una obra de teatro. Hubo comidas en mi
nueva casa y la compañía de los amigos (ese lujo). En noviembre también hubo
comidas y amigos y el invierno se echó encima. Floreció el rosal y fotografié
amaneceres. Después llegó diciembre con sus rituales (y una obra de microteatro
a la que fui y un musical al que no) y buenos gintonics y planté adelfas. El
año termina con una nochevieja celebrada por adelantado y de día, con sus uvas,
su champán, sus brindis, sus risas y su buen rollo, como deberían ser las
nocheviejas que casi nunca suelen ser.
En 2013 seguiré cuidando el jardín y a los amigos (y a mis
padres), iré al teatro, organizaré comidas y fiestas, avanzaré en la escritura
de la novela, iré a dos bodas, soñaré con Lisboa (y también me cabrearé y me
entristeceré por lo que está pasando, por el derrumbe de los logros que
creíamos tan seguros, por los cambios que a saber dónde nos llevan, me
indignaré por las mentiras, las falsedades, los engaños y las tomaduras de
pelo, por la vergüenza en las que se han convertido los medios de
comunicación). Buscaré lecturas que me emocionen, rastrearé series a las que engancharme y ojalá descubra alguna
canción de la que no pueda deshacerme. Seguiré durmiendo mucho, perdiendo el
tiempo, llegando tarde.
Y ojalá que siga queriendo ser lo que soy.
Felicidad, salud y paz para 2013. Y suerte, mucha suerte.
1 comentario:
La suerte es estar sin jadear de cansancio.
Besos
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